Para aquellos que tengan dudas a la hora de escoger entre la compra o el alquiler de la vivienda, existe una opción que se encuentra a medio camino entre las dos: el alquiler con opción a compra.
Este método permite al inquilino estar de alquiler en una vivienda por un período de entre dos y cinco años, y llegado el momento de finalización del contrato, tener la opción de comprar el inmueble. Esto supone que las condiciones y el precio de la compra tendrán que haber sido fijadas previamente y que se descontarán las cuotas parcial o totalmente del alquiler que se haya pagado hasta la fecha. Este tipo de contrato es atípico, por lo que se rige por el principio de la autonomía de la voluntad y libertad de pacto, lo que ofrece mucho margen a las dos partes a la hora de determinar las cláusulas del contrato.
Este tipo de contrato conlleva muchas ventajas, tanto para el propietario como para el inquilino. Para el propietario, supone una buena forma de asegurar ingresos periódicos que pueden convertirse en una compra (lo que muchos buscan desde el principio). Además, seguirá beneficiándose de las ventajas fiscales por alquilar, protegiéndose del impago y pudiendo prescindir de la opción de compra del arrendatario.
Para el comprador, supone la oportunidad perfecta para ‘probar’ la vivienda y asegurarse de su decisión. Una vez se decida a comprar, contará con la ventaja de que, al haber estado pagando un alquiler, el precio a abonar será menor, por lo que desde el primer momento se encuentra invirtiendo en su posible futura casa. Finalmente, le permite ahorrar y comprar cuando realmente se lo pueda permitir o esté en condiciones de pedir un préstamo.